La Reserva Federal mantiene su principio de tomar decisiones basadas en datos incluso frente a presiones externas. Durante los primeros ocho meses del año pasado, las tasas de interés se mantuvieron en el rango de 4.25%-4.5%, rechazando los llamados a una reducción significativa.

Esta lógica operativa es bastante sencilla: si la Reserva Federal se viera obligada a reducir drásticamente las tasas en un contexto de alta inflación, en realidad podría generar preocupaciones en el mercado sobre un sobrecalentamiento de la economía, y al final las tasas de interés a largo plazo podrían subir en lugar de bajar, lo que sería contraproducente.

En definitiva, la estrategia de la Reserva Federal consiste en mantener un equilibrio entre el crecimiento estable y el control de la inflación. Aunque parece contenerse, en realidad está utilizando datos y reacciones del mercado para guiar sus políticas, en lugar de seguir las tendencias de la opinión pública. La gestión de las expectativas en todo el sistema económico sigue siendo muy importante.