¿ Cómo ver la tendencia de los diez años dorados|Predecir los próximos diez años a partir de la tendencia de subida y bajada del precio del oro

¿El oro realmente vale la pena para invertir?

Hablando de inversión, muchas personas se preguntan: ¿el oro es realmente un buen activo? Para responder a esta pregunta, primero hay que echar un vistazo al rendimiento del oro en los últimos medio siglo.

Desde 1971, cuando el dólar dejó de estar respaldado por oro, el precio internacional del oro ha subido de 35 dólares la onza a un máximo histórico en 2025, con una subida superior a 120 veces. En ese mismo período, el índice Dow Jones también ha pasado de aproximadamente 900 puntos a alrededor de 46000 puntos, con una ganancia de unas 51 veces. A simple vista, el rendimiento del oro parece más destacado, pero si analizamos los datos de los últimos 30 años, los rendimientos de las acciones en realidad superan a los del oro.

¿A qué se debe esto? La rentabilidad de la inversión en oro proviene principalmente de la diferencia de precio, y no de dividendos. Para ganar dinero con el oro, la clave está en captar bien los ciclos del mercado — es decir, cuándo es momento de entrar en operaciones de tendencia, y cuándo es mejor evitar riesgos.

Cuatro grandes ciclos de subida del oro en la última década

Para entender la lógica de inversión en oro, primero hay que comprender su contexto histórico.

1970—1975: Primera ola de subida

Tras la desvinculación del dólar con el oro, el precio internacional del oro subió de 35 a 183 dólares, en solo 5 años, con una subida superior al 400%. La lógica detrás de esta subida fue sencilla: la confianza en el dólar se tambaleaba, y muchos se refugiaron en el oro, además de la crisis del petróleo que actuó como catalizador, haciendo que el precio del oro se disparara. Pero, a medida que la crisis petrolera se disipó y la confianza en el dólar se recuperó, el precio del oro retrocedió a unos 100 dólares.

1976—1980: Segunda ola de subida

La segunda crisis del petróleo en Oriente Medio y la inestabilidad geopolítica (como la crisis de los rehenes en Irán, la invasión soviética de Afganistán, etc.) volvieron a impulsar el precio del oro. Este subió de 104 a 850 dólares, con una subida superior al 700%, aunque esta tendencia fue efímera. Tras la resolución de las crisis, el precio del oro cayó rápidamente, y en los siguientes 20 años osciló entre 200 y 300 dólares, sin ofrecer apenas rentabilidad para quienes entraron en ese período.

2001—2011: Tercera ola de subida

De 260 a 1921 dólares, en solo 10 años, con una subida superior al 700%. Este ciclo fue provocado por los atentados del 11 de septiembre, que desencadenaron la guerra global contra el terrorismo en EE. UU., con gastos militares masivos que llevaron a la Reserva Federal a reducir tasas y emitir deuda. Luego, la burbuja inmobiliaria estalló, y en 2008 estalló la crisis financiera, lo que llevó a la Fed a activar nuevamente la expansión monetaria (QE), haciendo que el oro se disparara. Solo tras la crisis de la deuda europea, el precio del oro empezó a estabilizarse cerca de los 1000 dólares.

2015—presente: Cuarta ola de subida

En esta fase, el precio del oro ha experimentado un ascenso dramático. Desde 1060 dólares, impulsado por políticas de tipos negativos en Japón y Europa, la desdolarización global, la expansión monetaria sin precedentes en EE. UU. en 2020, la guerra entre Rusia y Ucrania, las tensiones en Oriente Medio, y otros catalizadores, el oro ha ido escalando hasta superar los 2000 dólares.

En 2024, el rendimiento fue aún más espectacular: más del 104% de subida en todo el año, alcanzando en octubre más de 2800 dólares la onza. Para 2025, el oro continúa alcanzando nuevos máximos históricos, superando los 4300 dólares, estableciendo un récord sin precedentes.

Los impulsores de esta última tendencia incluyen: riesgos en la política económica de EE. UU., aumento de las reservas de oro por parte de bancos centrales, crisis en el Mar Rojo en Oriente Medio, escalada del conflicto Rusia-Ucrania, preocupaciones comerciales por los aranceles estadounidenses, y la continua debilidad del dólar.

La lógica de inversión tras la tendencia del oro en la última década

Analizando estos cuatro ciclos, podemos detectar una pauta: las subidas del oro suelen originarse en inestabilidad geopolítica, crisis económicas o políticas monetarias expansivas.

Más importante aún, aunque el ascenso del oro no es lineal, cada mínimo tras una caída se ha ido elevando progresivamente — el mínimo de 1980 fue mucho más alto que el de 1975, y el de 2011 mucho más alto que el de 2001. Esto demuestra que, a largo plazo, el oro sí cumple una función de reserva de valor, y no caerá indefinidamente hasta perder todo su valor.

Por ello, el oro es más adecuado para operaciones de tendencia (trading) que para mantenerlo a largo plazo en forma de inversión pasiva. Si hubieras comprado en 2000 y mantenido hasta ahora, seguramente habrías ganado dinero, pero, ¿cuántas décadas puedes esperar? En lugar de esperar pasivamente, es mejor entrar en cada ciclo alcista, y en las caídas fuertes, hacer cortos o reducir posiciones, para aumentar la eficiencia.

Comparativa entre inversión en oro, acciones y bonos

Los diferentes activos generan rentas distintas, y su dificultad de inversión también varía:

  • Oro: La rentabilidad proviene de la diferencia de precio, sin intereses, requiere captar bien los momentos de entrada y salida.
  • Bonos: La rentabilidad proviene de los intereses, y hay que seguir las políticas de los bancos centrales, siendo la opción más sencilla.
  • Acciones: La rentabilidad proviene del crecimiento de las empresas, requiere habilidades de selección y visión a largo plazo, siendo la más compleja.

De los últimos 50 años, el oro ha tenido el mejor rendimiento. Pero en los últimos 30 años, las acciones han superado en rentabilidad. Esto refleja una verdad de inversión: en periodos de crecimiento económico, conviene apostar por acciones; en recesiones, mejor refugiarse en el oro.

Una estrategia más prudente es ajustar la proporción de acciones, bonos y oro según tu perfil de riesgo y objetivos de inversión. Cuando la economía está en auge, las empresas prosperan y las acciones suben; en recesión, la protección del oro y los bonos resulta más atractiva.

Cómo invertir en oro: cinco formas explicadas

Forma 1: Oro físico

Compra directa de lingotes o joyas. Ventajas: puede esconder patrimonio y usarlo como accesorio; desventajas: poca liquidez y dificultad para vender rápidamente.

Forma 2: Certificados de oro

A través de bancos, con certificados de depósito de oro. Ventajas: fácil de transportar; desventajas: sin intereses, con spreads amplios, solo recomendable para inversión a largo plazo.

Forma 3: ETF de oro

Compra de fondos cotizados en bolsa que replican el precio del oro. Ventajas: mayor liquidez y facilidad de operación; desventajas: la gestora cobra comisiones, y si el precio no se mueve, el valor se degrada lentamente.

Forma 4: Futuros de oro

Operaciones con margen, bajo coste, permiten operaciones en ambas direcciones. Recomendados para inversores con experiencia, para operaciones de tendencia a medio plazo.

Forma 5: Contratos por diferencia (CFD) de oro

Herramienta más utilizada por los minoristas. Comparado con los futuros, los CFD son más flexibles, con mayor apalancamiento, permiten abrir posiciones con poco capital, y son ideales para pequeños inversores. La mecánica T+0 permite entrar y salir en cualquier momento; soportan posiciones largas y cortas, con oportunidades de beneficio tanto en subida como en bajada del precio.

Perspectivas futuras para la tendencia del oro en los próximos 10 años

¿Seguirá el oro en tendencia alcista en los próximos 50 años? Depende del escenario económico global.

Factores que influyen en el precio del oro actualmente incluyen: aumento de reservas de oro por bancos centrales, tendencia a la desdolarización, riesgos geopolíticos, políticas monetarias, etc. Mientras estos factores persistan, el valor refugio del oro seguirá siendo reevaluado positivamente.

Pero la clave para invertir en oro es: no esperar que suba automáticamente al comprar, sino aprender a cambiar entre tendencia alcista y bajista. La historia nos muestra claramente que el oro pasa por fases de subida, corrección y consolidación; aprovechar las fases alcistas, vender en máximos y mantener una estrategia flexible, es la mejor forma de invertir en oro.

En resumen, ante mercados volátiles y eventos impredecibles, mantener una proporción adecuada de acciones, bonos y oro puede ayudarte a gestionar mejor el riesgo y fortalecer tu cartera. La tendencia del oro en los próximos 10 años quizás no repita exactamente el pasado, pero su función de reserva de valor y protección seguirá siendo fundamental.

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