Observando la tendencia reciente de PIPPIN, hay un fenómeno bastante interesante. Después de que la liquidez se agotó, esta moneda empezó a realizar operaciones con más frecuencia. Calculando, solo en costos de tarifas ya casi se ha comido el capital inicial. Si fuera un inversor minorista normal, hace tiempo que habría buscado la oportunidad para cortar pérdidas y salir.

Pero aquí es diferente—PIPPIN ha tocado el precio de coste en tres ocasiones desde su pico, y aún así no ha optado por salir en ninguna de ellas. Hoy ha habido otra subida. Con este ritmo y en conjunto con las voces en el mercado, da la sensación de que no es una acción independiente.

Lo que resulta aún más interesante es la técnica de operación. Inserciones repetidas de compra y venta, de un lado a otro, que no solo consumen los stops de los toros, sino también los de los osos. ¿Qué tan atractiva puede ser esta estrategia para los inversores minoristas? Es evidente. Una persona dice que no le importa ese dinero, y otra explica por qué no puede haber una gran tendencia. La combinación de estas dos afirmaciones no es necesariamente una coincidencia.

En definitiva, el objetivo de este tipo de pruebas repetidas puede ser maximizar la atracción de participantes al mercado. Las grandes instituciones no carecen de paciencia; van desgastando poco a poco. ¿Es posible que en realidad todos—ya sean KOL o minoristas—en algún momento sean repetidamente atrapados en esta dinámica? Es una cuestión que vale la pena reflexionar.