La primera mitad de 2025 marcó un periodo desastroso para la seguridad Web3. El informe de Hacken reveló el robo de activos digitales por valor de 3 100 millones de dólares solo en estos meses. Este registro representa el peor arranque de año en la historia del sector, evidenciando el avance en la sofisticación de los ataques contra plataformas blockchain.
Las vulnerabilidades de los smart contracts se consolidaron como el principal vector de ataque, con pérdidas significativas en todo el ecosistema. Los proyectos DeFi sufrieron especialmente: 264 millones de dólares se perdieron en exploits de código, y algunos incidentes individuales llegaron hasta los 223 millones en fondos robados. Los fallos de control de acceso, los ataques de reentrancy y los errores de lógica fueron los responsables principales, explotados sistemáticamente por los atacantes.
| Tipo de vulnerabilidad | Impacto | Prevalencia |
|---|---|---|
| Fallos de control de acceso | Alto | Generalizado |
| Exploits en smart contracts | Crítico | Enfocado en DeFi |
| Ataques de reentrancy | Alto | A nivel de código |
| Ingeniería social/phishing | Moderado | Multiplataforma |
La llegada de la explotación basada en IA es una novedad inquietante. Agentes avanzados como Claude Opus 4.5, Claude Sonnet 4.5 y GPT-5 demostraron autonomía para identificar y explotar vulnerabilidades inéditas en contratos activos, generando en total 4,6 millones de dólares en fondos robados simulados. Este salto tecnológico intensifica la carrera entre defensores y atacantes.
Hedera y otras grandes plataformas blockchain sufrieron una presión considerable, lo que ha motivado la exigencia de mejores marcos de seguridad y sistemas proactivos de detección de vulnerabilidades.
En febrero de 2025, la industria cripto vivió su mayor brecha de seguridad: hackers llevaron a cabo un ataque sofisticado contra un exchange principal y sustrajeron 1 500 millones de dólares en activos digitales. El grupo Lazarus, respaldado por Corea del Norte, perpetró el robo aprovechando vulnerabilidades de los protocolos de seguridad del exchange y accediendo sin autorización a una wallet de Ethereum a través de la cuenta comprometida de un ejecutivo.
El ataque se produjo cuando el CEO del exchange autorizó por error una transacción aparentemente rutinaria, facilitando involuntariamente el acceso de los hackers a la infraestructura crítica. El incidente provocó una oleada inmediata de retiradas por parte de los 60 millones de usuarios, evidenciando la importancia fundamental de contar con medidas de seguridad robustas en las plataformas cripto.
| Grandes hackeos históricos a exchanges cripto | Cantidad robada | Año |
|---|---|---|
| Mt Gox Breach | 350 millones de dólares | 2014 |
| Coincheck Attack | 530 millones de dólares | 2018 |
| Hackeo principal en 2025 | 1 500 millones de dólares | 2025 |
Los atacantes utilizaron técnicas avanzadas de lavado de dinero, convirtiendo los tokens robados a través de exchanges descentralizados y distribuyendo los fondos en cincuenta wallets distintas para ocultar el rastro de las transacciones. Este hecho pone de relieve cómo los actores maliciosos se orientan cada vez más hacia empresas blockchain, dadas sus menores exigencias de seguridad respecto a las instituciones financieras tradicionales, aprovechando además redes de lavado de dinero de organizaciones criminales en el sudeste asiático y China.
La caída de FTX en noviembre de 2022 expuso vulnerabilidades críticas de los modelos de custodia centralizada. Cuando el exchange colapsó, los clientes afrontaron pérdidas potencialmente catastróficas de al menos 1 000 millones de dólares, consecuencia de fallos en la gobernanza y la gestión de los fondos de los usuarios. El caso demostró que las plataformas centralizadas que controlan los activos de los usuarios generan riesgos sistémicos similares a los de entidades financieras tradicionales, pero, en la práctica, cuentan con una supervisión regulatoria mucho menor.
La caída de FTX fue resultado de un colapso en la gobernanza. La dirección mantenía el control sobre los depósitos de los clientes, mientras operaba Alameda Research, una empresa hermana beneficiada por un trato preferencial. Cuando CoinDesk reveló que los activos de Alameda consistían mayoritariamente en tokens emitidos por FTX y no en criptomonedas valoradas de forma independiente, la confianza se evaporó de inmediato. En cuestión de días, reguladores como el supervisor de valores de Bahamas congelaron los activos, evidenciando la debilidad de los sistemas centralizados sin segregación transparente de activos.
Las consecuencias van más allá de FTX. Los expertos señalan varios fallos de gobernanza que comprometieron la integridad del sistema: seguridad operativa insuficiente, supervisión regulatoria deficiente y ausencia de mecanismos centralizados para la gestión de efectivo. Los titulares de HBAR y los inversores en criptomonedas deben tener presente que la custodia centralizada concentra el riesgo de contraparte y hace sus carteras vulnerables a la mala gestión, el fraude o los fallos operativos. Las alternativas descentralizadas y la autocustodia permiten mitigar estos riesgos, aunque exigen mayor conocimiento técnico por parte del usuario.
HBAR tiene potencial como inversión a largo plazo por su alto rendimiento en transacciones y el respaldo institucional. Su papel en la adopción empresarial de blockchain favorece su crecimiento futuro.
HBAR podría llegar a los 10 dólares en 7-10 años si continúa la adopción empresarial y se mantienen condiciones favorables de mercado. Esto depende de factores como el crecimiento global del sector cripto y la competitividad de HBAR en blockchain.
HBAR y XRP son eficientes, pero tienen propósitos distintos. HBAR emplea hashgraph para soluciones empresariales y XRP se dedica a pagos globales con una blockchain semidescentralizada. Cada uno sobresale en su campo.
HBAR es la criptomoneda nativa de la red Hedera, utilizada para transacciones, alimentar aplicaciones y asegurar la red mediante staking. Facilita transacciones rápidas, de bajo coste y funcionalidad de smart contracts.
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