Hoy, después de revisar el mercado de altcoins en todos los sectores, me he quedado helado.

Desde el máximo de diciembre de 2024 hasta ahora, diciembre de 2025, ha pasado exactamente un año. Exceptuando algunos proyectos principales y unas pocas monedas fuertes respaldadas por una narrativa sólida, más del 90% de las altcoins se han desplomado de forma miserable. ¿Caer entre 3 y 5 veces? Eso es tener suerte. La mayoría directamente se ha evaporado 7, 10 veces o más, la línea en los gráficos cae hasta un punto que da vergüenza mirar.

Para quienes han mantenido tokens durante un año, las pérdidas contables de 5 a 10 veces son la norma. Lo más surrealista es que, aunque el cisne negro del 11 de octubre fue brutal (1.640.000 liquidaciones ese día, algunos tokens casi a cero), la caída acumulada y constante de este año casi iguala el impacto de aquel día. Que te corten poco a poco duele más que un tajo rápido.

Siempre me he preguntado: ¿a dónde ha ido todo ese dinero que se ha evaporado este año? ¿Quién ha drenado sigilosamente la liquidez del mercado? Está claro que XRP se sostiene por las expectativas de relajación regulatoria, Solana aguanta gracias a su ecosistema tecnológico, pero la mayoría de las altcoins no tienen capacidad de resistir en absoluto. El destino del dinero es, realmente, un misterio.