Todavía recuerdo perfectamente el colapso de mayo de 2022. LUNA cayó de decenas de dólares a unos pocos céntimos; me quedé mirando la pantalla del móvil totalmente paralizado: eran los ahorros que había juntado durante más de medio año, y en 72 horas no quedó casi nada. Por aquel entonces no podía dormir, me pasaba las noches revisando las apps de precios y viendo cómo las cifras no paraban de caer, con el corazón como si me lo cortaran con un cuchillo.

Sinceramente, estuve a punto de dejar el mundo cripto. Pero luego pensé: si ya he perdido el dinero, al menos tengo que entender cómo ocurrió. En estos tres años, gracias a una lógica de selección muy sencilla, no solo recuperé mi capital, sino que el año pasado incluso cambié de coche. He visto a demasiada gente pasarse noches enteras estudiando indicadores técnicos, y aun así acabar perdiéndolo todo. Me di cuenta de que, para sobrevivir en este mercado, no se trata de saber más fórmulas, sino de saber esquivar la mayoría de las trampas.

**Ponle un “sistema antibombas” a tu lista de tokens: evita siempre estas tres categorías**

Cuando empecé, compraba cualquier cosa. Si en un grupo alguien mencionaba una “moneda con potencial”, ni siquiera investigaba quién era el equipo del proyecto y entraba directo. Ahora que lo pienso, esas monedas en las que ni el equipo fundador está claro no son muy diferentes de los que venden medicinas falsas en la calle. Después de todo lo que he aprendido a base de golpes, he resumido una lista de tres reglas para evitar, que te ayudarán a filtrar directamente el 90% de la basura:

**No toques monedas poco conocidas**: Si no están entre las 100 primeras por capitalización de mercado y su volumen diario no llega a 10 millones de dólares, ni las mires. Son activos demasiado pequeños; cualquier ballena puede manipular el precio a su antojo y, cuando quieras reaccionar, será demasiado tarde. La liquidez es tan baja que ni siquiera podrás vender tus órdenes; solo podrás ver cómo tu saldo se reduce sin poder hacer nada.